Cada vez más, pareciera que vivimos en una sociedad “donde todo se tira.” Cuando algo ya no te es útil o atractivo… ¡échalo a la basura! Esto se lo debemos en gran medida a los medios de comunicación que idealiza lo raro y espectacular como lo bueno de la vida y deshecha lo normal y saludable como algo mundano que no vale la pena. Sin embargo, ese es el mundo real donde viven sus espectadores y lectores.
El matrimonio y la familia siguen siendo la norma para la mayoría de los estadouniden-ses. Eso significa comprometerse el uno con el otro para toda la vida, no hasta que aparezca alguien mejor. También significa comprometerse a aceptar hijos, críalos y educarlos en la fe. Para ellos la promesa de fidelidad… prometo serte fiel en lo próspe-ro y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida…. es un deber sagrado.
Del 7-12 de Febrero es la Semana Nacional del Matrimonio en los Estados Unidos. Se trata de un esfuerzo interreligioso nacional tiene tres objetivos:
1) Enaltecer al matrimonio en los medios de comunicación y entre los líderes políticos.
2) Promover los beneficios del matrimonio; que los matrimonios fuertes traen estabili-dad económica a los individuos y proporcionan un ambiente saludable para el desarrollo de los niños.
3) Crear un calendario nacional de clases matrimoniales existentes confiables, confe-rencias y eventos donde las personas puedan encontrar la ayuda que necesitan, o ayuden a otros.
Los exhorto, a que cada uno de ustedes trabaje para promover familias y matrimonios sólidos y a orar por su matrimonio y familia así como las de los demás. Visite cathdal.org para encontrar recursos maravillosos del matrimonio.
Permítanme concluir con las palabras tan apropiadas del Papa Francisco a las familias el pasado mes de Octubre:
Queridas familias, ustedes lo saben bien: la verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables… la ver-dadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimen-tan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mu-tuamente en el camino de la vida. En el fondo de este sentimiento de alegría profunda está la presencia de Dios, la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos. Y sobre todo, un amor paciente: la paciencia es una virtud de Dios y nos enseña, en familia, a tener este amor paciente, el uno por el otro. Tener paciencia entre nosotros. Amor paciente. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias. Si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, preva-lecen los individualismos, y se apaga la alegría. Por el contrario, la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad.