Obispo Kevin Farrell

Pastor Principal de la Diócesis Católica de Dallas

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Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

abril 10, 2014 By Bishop Kevin J. Farrell

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Anteriormente conocido como Domingo de Ramos, comenzando el tiempo que lleva al Misterio Pascual, ahora se le conoce usualmente como Domingo de Ramos de la Pasión del Señor.

Una vez más este salmo responsorial ha sido acortado con fines litúrgicos. De ser posible, lea el texto completo en su Biblia.

Debido a que la primera línea, que es también la antífona del salmo responsorial, fue enunciada por Jesus desde la cruz, este salmo puede recibir el nombre de salmo mesiánico. De hecho otros versos tales como, “taladran mis manos y mis pies,” y “se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica,” se encuentran incluidos en las narrativas de la Pasión.

Un salmo de lamentación, el salmista es un hombre inocente sufriendo persecución. Refleja las ordalías del Siervo Sufriente (Isaías 52:13-53:1) y es más apropiado para la celebración litúrgica que comienza los últimos días de la Cuaresma.

El salmista es rescatado y restaurado a su comunidad, lo que nos recuerda que mientras contemplamos los sufrimientos de Jesús, lo que celebramos es Su victoria, la Resurrección.


SALMO RESPONSORIAL
Sal 22:8-9, 17-18, 19-20, 23-24

℟. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Al verme se burlan de mí, hacen visajes,
menean la cabeza: “Acudió al Señor,
que lo ponga a salvo,
que lo libre si tanto lo quiere.”

℟. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.

℟. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tu Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía ven corriendo a ayudarme.

℟. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alábenlo,
linaje de Jacob, glorifíquenlo,
témanle, linaje de Israel.

℟. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

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Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa

abril 4, 2014 By Bishop Kevin J. Farrell

Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa

Quién de nosotros no ha sentido la profunda tristeza expresada en esta súplica desesperada, “Desde lo hondo a ti grito, Señor.” Cada uno de nosotros ha clamado “¿Dónde estás Dios mío?” Sin embargo, al igual que pasa con el salmista, nuestros gritos no son de desesperación, más bien buscamos encontrar a Dios porque sabemos que Él está presente en nuestros tiempos más difíciles.

Esto se expresa en la estrofa, ” Mi alma espera en el Señor y yo confío en Su Palabra.”

Aun cuando este salmo comienza con el profundo lamento del salmista, pronto cambia a un cántico de esperanza y confianza en la misericordia y el perdón de Dios, no solamente para el salmista sino para la redención de todo Israel.

El Salmo 130 es un Salmo penitencial, uno de los siete salmos utilizados durante la Cuaresma para expresar arrepentimiento. Numerosos autores famosos han elegido la primera línea en Latín, De profundis [Desde lo más profundo] como el título de sus obras. También se utiliza en oraciones litúrgicas para los difuntos. Presione aquí para obtener información adicional acerca de los salmos penitenciales.


SALMO RESPONSORIAL
Salmo 130: 1-2, 3-4, 5-6, 7-8

℟. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

Desde lo hondo a ti grito, Señor:
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

℟. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

Si llevas cuentas de los delitos,
Señor, ¿Quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

℟. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela a la aurora.
Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora.

℟. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y el redimirá a Israel de todos sus delitos.

℟. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

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El Señor es mi pastor, nada me falta

marzo 28, 2014 By Bishop Kevin J. Farrell

El Señor es mi pastor, nada me falta.

Una vez más, este salmo responsorial ha sido acortado con fines litúrgicos. De ser posible, lea el texto completo en su Biblia.

Este es probablemente el más conocido y querido de todos los salmos. Es un Cantico de Confianza y Esperanza. En su forma actual, representa la esperanza de los exiliados a su regreso a Jerusalén y al Templo (Casa del Señor) y al amor curativo y misericordioso de Dios. En el mundo de los exiliados el término pastor se refiere al rey. En retrospectiva el salmista vio como causa de su caída el incumplimiento de Israel a su alianza con Dios y su rechazo en reconocerlo como su rey.

Al igual que a los exiliados, nos toma demasiado tiempo volver a la Casa del Padre y a su amor curativo y misericordioso. Esto es probablemente el motivo por el que, tan a menudo, este salmo responsorial es elegido en funerales para recordarnos nuestra propia mortalidad.

Cada una de la imágenes del salmo, tales como el valle oscuro, las aguas tranquilas y las verdes praderas traen, a nuestra mente, incidentes de nuestra propia vida que hacen que este salmo nos resulte tan personal.

Muchos recitan el Salmo 23 de memoria y me parece una maravillosa oración en tiempos de prueba.


SALMO RESPONSORIAL
Salmo 23:1-3a, 3b-4, 5, 6

℟. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

℟. El Señor es mi pastor, nada me falta.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

℟. El Señor es mi pastor, nada me falta.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

℟. El Señor es mi pastor, nada me falta.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor,
por años sin término.

℟. El Señor es mi pastor, nada me falta.

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Misericordia, Señor, hemos pecado

marzo 7, 2014 By Bishop Kevin J. Farrell

Misericordia, Señor, hemos pecado

Los Salmos Responsoriales no siempre son tomados directamente del Salterio o Libro de los Salmos, sino que a veces son reducidos o acortados, como es el caso de este domingo.

Las Escrituras Hebreas o Antiguo Testamento comienzan con los relatos de la creación, los cuales son seguidos por las historias de los Patriarcas y el Éxodo. Los Salmos son parte de la historia de Israel después del Éxodo, comenzando con la exhortación que hizo Moisés a las doce tribus antes de cruzar el Rio Jordán para reclamar la Tierra Prometida.

“Que los cielos y la tierra escuchen y recuerden lo que acabo de decir; te puse delante la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia.  Ama al Señor, tu Dios, escucha su voz, uniéndote a él, para que vivas y se prolonguen tus días, mientras habites en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob” (Deut 30:19-20).

Las Escrituras Hebreas muestran la respuesta de las tribus como una historia de toma de decisiones equivocadas. En lugar de elegir la vida y fidelidad al Señor, eligieron el poder y prestigio que terminó en destrucción y exilio. Los Salmos representan esa época y los salmos en los que meditaremos representan el clamor del pueblo de Israel buscando la misericordia de Dios en tiempos de desolación.

El Salmo 51 (50) es un clamor de misericordia, perdón y reconocimiento de haber abandonado el camino de Dios. Este salmo clama por una purificación y un corazón puro lleno de Su Espíritu y concluye con una promesa de fidelidad.

Es el Salmo perfecto para comenzar la Cuaresma, un tiempo en que debemos buscar la misericordia y reconciliación de Dios mediante el Sacramento de la Penitencia para que tengamos un corazón lleno del Espíritu Santo.


SALMO RESPONSORIAL
Salmo 51 (50):3-4, 5-6, 12-13, 14, 17

℟. Misericordia, Señor, hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
Por tu inmensa compasión borra mi culpa.
Lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

℟. Misericordia, Señor, hemos pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
Tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
Cometí la verdad que aborreces.

℟. Misericordia, Señor, hemos pecado.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
Renuévame por dentro con espíritu firme;
No me arrojes lejos de tu rostro,
No me quites tu santo espíritu.

℟. Misericordia, Señor, hemos pecado.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
Afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
Y mi boca proclamará tu alabanza.

℟. Misericordia, Señor, hemos pecado.

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Acerca del Obispo Farrell

El Obispo Kevin Farrell fue nombrado Séptimo Obispo de la Diócesis de Dallas el 6 de Marzo de 2007 por el Papa Benedicto XVI.
   
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