¿Que seamos el mayor consumidor de drogas y proveedor de armas está relacionado a la crisis de Menores No Acompañados en nuestras fronteras?
Como individuos y como nación tenemos la tendencia natural culpar a otros de nuestros problemas. Sin embargo, de vez en cuando nos despojamos de nuestros anteojos egoístas y, al ver al espejo, descubrimos al verdadero culpable. Esto me recuerda la rima tantas veces mencionada en la columna de Pogo, “¡Hemos encontrado al enemigo y somos nosotros!”
La semana pasada, el Presidente de Honduras, Juan Orlando Hernandez, estuvo junto a los presidentes de Guatemala y El Salvador en Washington invitados por el Presidente Barak Obama. El objetivo de la reunión fue pedir a los Presidentes Centroamericanos que realicen un esfuerzo por detener el flujo de niños no acompañados de sus países hacia los Estados Unidos. Al parecer, se supone que nuestros vecinos centroamericanos están alentando, o por lo menos, no están desalentando que miles de niños busquen refugio en nuestro país.
Durante una entrevista con el Washington Post, el Presidente Hernández recordó a los norteamericanos que en gran parte compartimos responsabilidad en esta situación. El Presidente Hernández expresó, “Su país tiene una enorme responsabilidad en esto. El problema del narcotráfico genera violencia, reduce oportunidades y genera la migración porque aquí [en los Estados Unidos] es donde existe el mayor consumo de drogas.”
Más adelante sugirió que los funcionarios estadounidenses creen que las drogas “son un problema de salud. Para nosotros, son una cuestión de vida o muerte, y eso no es justo. Lo que es justo es que realicemos un trabajo conjunto y nos ocupemos de nuestras propias responsabilidades.”
Debemos reconocer nuestra propia responsabilidad en la afluencia de refugiados. La violencia de la cual huyen los niños es, en gran parte, generada por el mercado de drogas ilegales, el cual es mayor en los Estados Unidos. Las armas que son vendidas a las pandillas y traficantes de drogas, junto a la motivación que constituye la violencia en México y América Central, provienen de nuestro país.
El juego de culpar a otros es un intento deshonesto de evitar compartir responsabilidad por el problema y de nuestra incapacidad de abordar adecuadamente las causas.
Finalmente, debemos dejar de demonizar a las víctimas que buscan refugio en los Estados Unidos. Este no solo es un problema político, es también un problema moral. Debemos recordar las palabras del Santo Padre, quien nos recuerda que “tal emergencia humanitaria reclama en primer lugar intervención urgente, que estos menores sean acogidos y protegidos.” Son niños que necesitan ser tratados con misericordia y compasión, no solamente como un problema que debe ser eliminado.
El amor de Cristo es lo que nos impulsa.
Crédito de la Imagen: CNS