Debido a que políticos y otros aspirantes tergiversan alrededor del gorila de dos toneladas que es la crisis ecológica por temor a perder el apoyo financiero de los contaminantes, líderes religiosos de muchas profesiones de fe están jugando un papel profético identificando al gorila y haciendo un llamado a sus creadores.
En blogs anteriores he escrito acerca de la colaboración entre el Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Ortodoxo Bartolomé, la cual ha dado como resultado el apoyo del Papa a la adopción de la observancia Ortodoxa de una Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que será celebrada por primera vez el 1ero. de septiembre de 2015.. Otros líderes religiosos, menos obstaculizados por la corrección política, también están levantando sus voces.
De hecho, de entre los líderes de instituciones religiosas, cristianas y no cristianas del mundo ha surgido un coro mundial de preocupación de que nuestro planeta esté al umbral de un cambio climático catastrófico. El martes, dirigentes Musulmanes emitieron una Declaración Islámica sobre el Cambio Climático Global, en la que se declaró, “Nuestra especie, aunque seleccionada para ser un custodio o administrador de la tierra, ha sido la causa de la corrupción y devastación, y nos encontramos ante el peligro de acabar con la vida como la conocemos en nuestro planeta.”
Notando “graves deficiencias en la forma en que hemos utilizado nuestros recursos naturales,” el documento declara, “En el breve período desde la Revolución Industrial, los seres humanos han consumido gran parte de los recursos no renovables que le ha tomado a la tierra producir durante 250 millones de años – todo en nombre del desarrollo económico y el progreso humano.” Participantes en el Simposio Internacional Islámico sobre el Cambio Climático, que produjo esta declaración, en la que se exhorta a “las corporaciones en los sectores financieros y empresariales – a asumir las consecuencias de sus actividades lucrativas y tomar un papel visiblemente más activo para reducir su huella de carbono y otras formas de impacto en el medio ambiente natural.”
A principios de año, en anticipación a la publicación de la Encíclica del Santo Padre, Laudato Si’, un grupo de 403 rabinos firmó una Carta Rabínica sobre la Crisis Climática en la que se observó, “Aunque aceptamos informes científicos de la historia de la tierra, nosotros seguimos viéndola como creación de Dios, y celebramos la presencia de la mano divina en cada criatura terrestre. Sin embargo en nuestra generación, esta maravilla y esta belleza han sido profanadas – no en una sola región sino alrededor de toda la tierra.”
Los rabinos señalan que, “el agravamiento de la desigualdad de la riqueza, ingresos y poder político tiene dos impactos directos en la crisis climática. Por un lado, grandes Corporaciones de Carbono no sólo amasan sus enormes ganancias hiriendo la Tierra, sino que utilizan estos beneficios para adquirir elecciones y financiar ciencia falsa para evitar que el público actúe para sanar las heridas. Por otro lado, los más pobres en América y alrededor del mundo son los primeros y los más afectados por tifones, inundaciones, sequías y enfermedades provocadas por el caos climático.”
En mayo fue publicada una Declaración Budista sobre el Cambio Climático afirmando que, “En la actualidad vivimos en una época de gran crisis, confrontada por el más grave desafío que ha enfrentado la humanidad: las consecuencias ecológicas de nuestro propio karma colectivo. El consenso científico es abrumador: la actividad humana está provocando la degradación ambiental a una escala planetaria.”
Demandando cambios significativos en la estructura de los sistemas económicos, la declaración Budista señala que “El calentamiento global está íntimamente relacionada con las gigantescas cantidades de energía que devoran nuestras industrias para proporcionar los niveles de consumo que muchos de nosotros hemos aprendido a esperar. Desde la perspectiva budista, una economía sana y sostenible se regiría por el principio de suficiencia: la llave de la felicidad es el gozo y no una abundancia creciente de bienes.”
Estas serias advertencias en todo el espectro religioso hacen eco en las palabras del Papa Francisco en Laudato Si’, la tierra “clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella (No.2). Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla.” Hemos llegado a vernos a nosotros mismos como sus señores y amos, facultados a saquear a nuestra voluntad. La violencia presente en nuestros corazones, heridos por el pecado, se refleja también en los síntomas de enfermedad evidente en el suelo, el agua, el aire y todas las formas de vida. Por esta razón la tierra misma, agobiada y asolada, está entre los más abandonados y maltratados de nuestros pobres; Ella “sufre dolores de parto” (Rom 8, 22).
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Crédito Fotográfico: Tammy Lo en Flickr