La visita del Papa Francisco a Turquía tuvo dimensiones tanto políticas como espirituales, las cuales están estrechamente ligadas. Se ha desarrollado una relación única y sin precedente entre el Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé, dirigente nominal de la Iglesia Ortodoxa Oriental. La relación es la culminación de un paulatino descongelamiento de las relaciones entre las dos iglesias que comenzó con el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras.
Desde el punto de vista ecuménico, la ruptura política y cultural de la cual surgieron la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Católica fue el cisma primordial. Por supuesto hubo divisiones anteriores, pero ninguna que fracturara completamente el Cuerpo de Cristo. Porque el Gran Cisma, como llegó a ser llamado, fue más político y cultural que doctrinal, lo cual difirió sustancialmente con la Reforma Protestante, cinco siglos después, que fue más doctrinal y menos política y cultural.
Los acontecimientos subsecuentes profundizaron las heridas de la división aun cuando las dos iglesias son una el reflejo de la otra tanto sacramental como doctrinalmente–una realidad reconocida por el Concilio Vaticano II. La presencia Ortodoxa en Turquía, una vez que el corazón de Bizancio, el gran centro de Ortodoxia, es minúscula ahora y realmente un remanente sagrado.
El motivo principal de la visita del Santo Padre al Patriarca Ecuménico fue acercar nuestras comunidades al restablecimiento de la plena unidad a la que Jesús nos llama (Jn 17,21). Aún existe renuencia y sospecha que debe ser superada, pero también existe una innegable afinidad eclesial Apostólica entre Católicos y Ortodoxos.
El Papa Francisco expresó claramente su esperanza del reencuentro cuando, después de una celebración litúrgica en la Iglesia Ortodoxa de Saint George, expresó, “lo único lo que desea la Iglesia Católica y que busco como Obispo de Roma… es la comunión con las Iglesias Ortodoxas,” añadiendo más tarde en su discurso, “… la restauración de la plena comunión… no significa sumisión de uno al otro, o asimilación. Por el contrario, significa dar la bienvenida a todos los dones que Dios nos ha otorgado a cada uno, demostrando al mundo entero el gran misterio de la salvación cumplida por Cristo el Señor a través del Espíritu Santo.”
Radio Vaticana informó que el Santo Padre y el Patriarca Ecuménico firmaron una Declaración Conjunta reafirmando su deseo de superar los obstáculos que dividen sus dos Iglesias. Los dos líderes también lamentaron la terrible situación que enfrentan los Cristianos y todos los que están sufriendo en el Medio Oriente y exigieron una respuesta adecuada de la comunidad internacional.
A ese respecto el Papa exhortó al Presidente turco Recep Tayyip Erdoğan a utilizar su influencia para proteger a Cristianos y otras minorías que sufren opresión e incluso persecución en países del Medio Oriente y a que cumpla la prometida restauración de propiedades y derechos de Ortodoxos y otras minorías no-musulmanas en Turquía.
Curiosamente, el Presidente Erdoğan desafió al Santo Padre a utilizar su influencia para abordar la creciente islamofobia en Europa, y en otros lugares, que tiende a etiquetar a todos los musulmanes como terroristas, una situación que sin duda existe en algunos países europeos e incluso en nuestro propio país. La preocupación del Papa por los refugiados musulmanes ha sido evidente desde el comienzo de su papado y los musulmanes están, sin duda, entre los pobres y los marginados para quienes el Papa busca misericordia y compasión.
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