Los periodistas y caricaturistas que fueron baleados en París han sido víctimas de una violencia espantosa y brutal. Sin embargo, ellos no son héroes. Durante una entrevista rumbo a las Filipinas, Nuestro Santo Padre Francisco condenó enérgicamente los ataques terroristas en París y todo tipo de violencia, pero agregó que existen límites a la libertad de expresión, especialmente cuando ésta insulta o ridiculiza la fe de las personas.
Reconociendo que tanto la libertad de expresión como la de palabra son libertades fundamentales, el Papa Francisco expresó que no son derechos absolutos. Asimismo, Nuestro Sumo Pontífice expresó que asesinar en nombre de Dios “es una aberración”, y “no puedes provocar. No puedes insultar la fe de otros. No puedes burlarte de la fe de los demás.”
La sociedad como conjunto lucha junto a las naciones tratando de lograr un equilibrio entre las libertades. En nuestro propio país, las libertades garantizadas por la Carta de Derechos – base constitucional para la libertad de religión y la libertad de expresión – han sido limitadas para el bien común por las decisiones de la Corte Suprema, que continúa decidiendo cuestiones referentes a las libertades de expresión y de credo.
El periodismo satírico de Charlie Hebdo de ninguna manera justifica este ataque despiadado y mortal. Sin embargo, la sátira no es humor. Aunque a algunos les parezca gracioso, no lo es para quienes son el blanco del ataque. La sátira es inherentemente cruel y quienes la practican se han colocado fuera de la civilidad y la sociedad convencional. Además ellos “han estado provocando.” Como dijo el Papa, si insultas a la madre de alguien, puede ser “normal” que recibas un puñetazo en la nariz.
Jesús nos lo dice de esta manera: “Lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos. En esto consiste la Ley y los Profetas” (Matt 7,12).
Crédito de la Imagen: CNS photo/Carlo Allegri, Reuters