Predicando acerca Parábola del Buen Samaritano, el Papa Francisco expresó que ignorar el sufrimiento de otra persona es ignorar a Dios.
Predicando acerca Parábola del Buen Samaritano, el Papa Francisco expresó que ignorar el sufrimiento de otra persona es ignorar a Dios.
En la parábola aparecen cuatro personajes principales. La víctima, un viajero inocente asaltado por bandidos, quienes lo dejan herido al lado del camino a Jericó, un símbolo de Jesús. Un sacerdote y un Levita, ambos judíos religiosos. Y un samaritano viajero, un forastero de una toparquía o provincia de Judea. Entre los judíos y samaritanos religiosos existía antipatía e incluso enemistad.
Jesús señalaba que nuestro prójimo, a quienes los judíos debían amar como a sí mismos (Levítico 19,18), significaba ir más allá de sus hermanos judíos y que la religión requiere mucho más que realizar rituales religiosos. Sus enseñanzas dejaban en claro la despiadada indiferencia hacia el sufrimiento de la víctima mostrados por el sacerdote y el Levita, la cual estaba en contraste con la misericordia compasiva del menospreciado samaritano.
“No es automático que quien frecuenta la casa de Dios y conoce su misericordia sepa amar al prójimo”, señaló el Papa, “La misericordia de Dios hacia nosotros está relacionada con nuestra misericordia hacia el prójimo; […] Si yo no abro la puerta de mi corazón al pobre, aquella puerta permanece cerrada, también para Dios, y esto es terrible”.
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