Al preparamos a celebrar el Día de la Independencia, oremos llenos de gratitud por nuestra libertad y por las bendiciones y guía de los líderes y ciudadanos de nuestro país.
Quiero compartir con ustedes una oración escrita por el Arzobispo John Carroll, quien fue nombrado primer obispo de los Estados Unidos en 1789 por el Papa Pio VI. El Arzobispo Carroll redactó esta oración el 10 de noviembre de 1791.
Dios Todopoderoso y Eterno, que en Cristo revelaste Tú gloria a todas las naciones, te pedimos que preserves la obra de Tu misericordia para que Tu Iglesia, extendida por todo el mundo, continúe confesando Tu nombre con fe inquebrantable.
Te pedimos a Ti, único bueno y santo, que otorgues conocimiento celestial, celo sincero y santidad de vida, a Nuestro Santo Padre, Vicario de Nuestro Señor Jesucristo, en el gobierno de su Iglesia; a nuestro obispo, todos los obispos, prelados y pastores de la Iglesia; y especialmente quienes son nombrados para ejercer entre nosotros las funciones del sagrado ministerio y guiar a tu pueblo en los caminos de salvación.
Te rogamos ¡Oh Dios de poder, sabiduría y justicia! en quien la autoridad se ejerce con razón, las leyes se aprueban y los juicios se decretan, que ayudes con tu Santo Espíritu de consejo y fortaleza al Presidente de estos Estados Unidos, para que su administración pueda llevarse a cabo en justicia, y sea eminentemente útil para tu pueblo sobre el cual él gobierna; fomentando el debido respeto a la virtud y la religión; cumpliendo fielmente las leyes con justicia y misericordia, y refrenando el vicio y la inmoralidad. Que la luz de Tu sabiduría divina dirija las deliberaciones del Congreso y brille en todos los procedimientos y las leyes que rigen nuestra convivencia y gobierno de modo que se encaminen a la preservación de la paz, la promoción de la felicidad nacional, el aumento de la laboriosidad, la sobriedad y el conocimiento útil, y puedan perpetuar para nosotros la bendición de la libertad y la igualdad.
Te pedimos por su excelencia, el gobernador de este estado, por los miembros de la asamblea, por todos los jueces, magistrados y otros funcionarios que son nombrados para proteger nuestro bienestar político, que sean asistidos por tu poderosa protección, para que sean capaces de cumplir con las responsabilidades de sus respectivas posiciones con honradez y capacidad.
Así mismo encomendamos a Tu misericordia infinita a todos nuestros hermanos y conciudadanos en los Estados Unidos, para que seamos bendecidos en el conocimiento y santificados en la observancia de Tu ley santísima, para que seamos preservados en la unión, y en esa paz que el mundo no puede dar y, después de disfrutar de las bendiciones de esta vida, podamos ser admitidos a las bendiciones eternas.
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