Nuevamente nos encontramos llorando las muertes de oficiales de policía. Esta vez, la de tres policías emboscados en Baton Rouge. Compartimos el dolor de las familias de los oficiales asesinados y de sus compañeros heridos y les ofrecemos nuestras oraciones y condolencias.
Nuestros corazones se encuentran llenos de tristeza tanto por la tragedia en Baton Rouge, como por los acontecimientos que en las últimas semanas han conmocionado al mundo. No hay justificación para la matanza deliberada de hombres, mujeres y niños inocentes.
No podemos permitir que las fuerzas de la oscuridad nos agobien. Debemos recurrir a Dios para orar por quienes han perdido la vida y por sus familias. Debemos pedirle que nos lleve hacia un diálogo productivo que realmente fomente la comprensión, la misericordia y el perdón. Debemos encontrar el amor de Cristo en nuestros corazones y hacer todo lo que esté en nuestras manos para conseguir la paz y la unidad que detenga el ciclo actual de aberrante violencia. Como nos sugiere nuestro Santo Padre Papa Francisco:
Mira el dolor de tu hermano — pienso en los niños, solamente en ellos…—, mira el dolor de tu hermano, y no añadas más dolor, detén tu mano, reconstruye la armonía que se ha roto; y esto no con la confrontación, sino con el encuentro.
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