“La educación no puede ser neutra. O es positiva o es negativa; o enriquece o empobrece; o hace crecer a la persona o la minimiza, hasta puede corromperla”.
Papa Francisco
Al conmemorar la Semana de las Escuelas Católicas, del 31 de enero al 6 de febrero, resulta apropiado que reflexionemos acerca del tema elegido en el 2016, “Las Escuelas Católicas: Comunidades de Fe, Conocimiento y Servicio”.
Fe, la primera en la trilogía en ese tema refleja las palabras del Santo Padre en la parte superior de este blog, es decir, que “la educación no puede ser neutral”. La principal diferencia de las escuelas Católicas es que son Católicas, el plan de estudios está impregnado con los valores del Evangelio. Nuestro nuevo Superintendente de las Escuelas Católicas, Dr. Matthew Vereecke lo expresó claramente durante una entrevista la semana pasada. “Debemos tener dos resultados para todos los estudiantes que formamos: la universidad y el cielo. Estos dos objetivos encapsulan totalmente la misión de las escuelas Católicas: en primer lugar, un rigor incomparable en la instrucción que impulse a los alumnos a obtener resultados sobresalientes, y en segundo lugar un compromiso inquebrantable con el crecimiento espiritual, social, moral y ético del estudiante”.
Las observaciones del Dr. Vereecke nos llevan hasta el segundo elemento del tema, conocimiento. No sólo se trata de adquirir conocimientos, sino también de desarrollar un pensamiento crítico que permita a los estudiantes entenderlo y aplicarlo en sus vidas.
El Papa Francisco escribió en su Exhortación Apostólica, Evangelii Gaudium, “Vivimos en una sociedad de la información que nos satura indiscriminadamente de datos, todos en el mismo nivel, y termina llevándonos a una tremenda superficialidad a la hora de plantear las cuestiones morales. Por consiguiente, se vuelve necesaria una educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un camino de maduración en valores”(EG, §64).
En su discurso, el Dr. Vereecke señaló que, “Las Escuelas Católicas deben ser mucho más que simplemente pasar una cierta prueba en un momento determinado. Debemos estar totalmente comprometidos con la idea que formaremos estudiantes de tal manera que todos serán capaces de sostener una familia, carrera, fe e Iglesia”.
En tercer lugar, servicio, la educación Católica debe desarrollar un sentido del bien común, un reconocimiento de nuestra interdependencia y un darse cuenta que nuestra fe y nuestro discipulado nos llaman a imitar a Jesús quien vino a servir, no a ser servido (Mc 10,45).
Por último, la Educación Católica debe ser accesible. La Diócesis de Dallas reconoce los sacrificios que realizan los padres de familia, quienes envían a sus hijos a escuelas Católicas y se esfuerzan por proporcionar ayuda financiera a través de una variedad de becas y otros programas, entre los cuales están los fondos recaudados por el Torneo de Golf Bishop Farrell Invitational.
Elogio la labor de administradores y maestros cuyo compromiso con la Educación Católica hace de nuestras escuelas “Comunidades de Fe, Conocimiento y Servicio”.
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