San Bernardino, Colorado Springs, París, Beirut — nuestro mundo está cambiando. Estamos viviendo una nueva realidad. El Papa Francisco lo expresó claramente al hablar del liderazgo de la Iglesia en Italia: “Se puede decir que hoy no vivimos en una época de cambio sino en un cambio de época”.
Protegerse, ponerse a la defensiva y esperar que las cosas vuelvan a la normalidad, no solucionará nada. Como dijo el Santo Padre, una nueva norma está emergiendo y debemos lidiar con ella. Si huimos de ella, si dejamos que nos paralice el miedo, terminará por aplastarnos. Si nos involucramos en esta nueva época, la nueva realidad se hace manejable.
Los recientes acontecimientos violentos aquí y en el extranjero y la guerra fragmentada saliendo del Medio Oriente y África y llegando hasta nuestras puertas ha despojado nuestra manta de seguridad dejándonos desnudos y vulnerables. Llenos de miedo, vemos sólo enemigos y estamos cegados a la perplejidad y sospechosos de otros que están igualmente desnudos y vulnerables.
La compasión y la misericordia son dejadas de lado en nombre del instinto de conservación. No confiamos en nadie — ni siquiera en Dios — estamos volviendo a la ley de la selva.
No tiene que ser así. Jesús nos muestra una forma diferente, una manera que nos llama a compartir las cargas de los otros, una forma que reemplaza el miedo con la fe, una forma que templa el poder con la prudencia. La paz y seguridad no se encuentran al retraemos del mundo sino a través del compromiso, ya que “los discípulos del Señor son llamados a vivir como comunidad que sea sal de la tierra y luz del mundo (Evangelii Gaudium 92; Mt 5,13-16).
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Image Credit: Markus Grossalber on Flickr
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