“Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre” son las palabras de apertura de la Bula del Santo Padre, Misericordiae Vultus, con la que se instituye el Año del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. “Misericordia: es la vía que une a Dios y al hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado”.
Dios sabe lo mucho que la necesitamos. Vivimos en un mundo lleno de disturbios con actos de barbarie que no pueden ser mencionados y nuestra conversación internacional es de venganza y exclusión a los inocentes, Dios sabe que necesitamos misericordia.
El Año Santo será inaugurada el 8 de diciembre de 2015, Solemnidad de la Inmaculada Concepción y el quincuagésimo aniversario de la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano Segundo, en el que el Papa San Juan XXIII expresó que la Iglesia “… prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad…” El Año Jubilar cerrará con la Fiesta de Cristo Rey, el 20 de noviembre de 2016.
Pronto celebraremos a Jesús, “el rostro de la Misericordia del Padre”, al Padre enviando a su Hijo al mundo para mostrarnos el significado de la misericordia en el Misterio de la Salvación. El Papa Francisco nos advierte que “donde no hay misericordia no hay justicia”, y que “si no sabes perdonar, no eres un Cristiano”.
La misericordia es una doble bendición, “bendice al que la da y al que la obtiene ” (Shakespeare: Mercader de Venecia). Nada nos identifica más como discípulos de Jesús que la misericordia.
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