Compartir con ustedes lo que considero el mensaje principal de las numerosas charlas y homilías del Papa Francisco durante su visita a nuestro país ha sido muy importante. Sin embargo, quiero retomar brevemente el evento que se llevó a cabo en Klyde Warren Park el domingo, 27 de septiembre, cuando más de 3,500 personas se dieron cita aquí en Dallas para compartir la celebración de la Misa de clausura del Santo Padre en el Benjamin Franklin Parkway en Filadelfia.
Aunque tuve el privilegio de estar presente en parte de la visita del Papa, mi regreso anticipado me permitió ser parte de nuestra maravillosa celebración en Dallas. Lo que hizo que la tarde fuera tan especial es que fue nuestra propia celebración de fe. Tenía todos los elementos de un día de campo familiar; niños jugando, familias dispersas en edredones y sillas, y hasta un par de tiendas de campaña. Los paraguas de colores brillantes y la música alegre antes de la Misa crearon un ambiente muy festivo.
Sin embargo, una vez que la Misa papal dio inicio en la pantalla gigante, un respetuoso silencio se apoderó de la multitud. Muchas personas respondieron a las oraciones de la Misa y se arrodillaron durante la consagración. El sonido era excelente y los colores en la pantalla, claros y brillantes. Me fijé muy especialmente que cuando la Misa y la ceremonia de clausura concluyeron, nadie tenía prisa por irse. La gente parecía querer quedarse y saborear el momento.
Estamos muy agradecidos con el Padre Rudy García, Rector de la Catedral, patrocinadora del evento; La Fundación Católica; el Sr. Raul Estrada y todos aquellos cuyo esfuerzo y generosidad hicieron este evento posible. Estoy seguro que muchos de ustedes, al igual que yo, atesorarán el recuerdo de aquella tarde de septiembre en el parque con el Papa Francisco.
This post is also available in/Esta entrada también está disponible en: Inglés