La pobreza y la condición de los pobres y excluidos están inexorablemente conectadas a la crisis ecológica y deben ser incluidas en el “diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta” (Laudato Si’ No. 14). El Papa Francisco habla de “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado” (No. 16).
Debido a que los pobres tienden a estar en las periferias, ellos son fácil y frecuentemente ignorados, por lo que el Santo Padre señala,
No suele haber conciencia clara de los problemas que afectan particularmente a los excluidos. Ellos son la mayor parte del planeta, miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y económicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se les considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar (No. 49).
Parte de la razón de esto es el hecho que las personas en el poder tienen poco o ningún contacto con los pobres y los marginados, una realidad que el Papa señala, “muchos profesionales, formadores de opinión, medios de comunicación y centros de poder están ubicados lejos de ellos, en áreas urbanas aisladas, sin tener contacto directo con sus problemas. Viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y de una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría de la población mundial” (No. 49).
Para muchos la solución a la pobreza es “una reducción de la natalidad.” A lo que el Papa responde, “Culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas. Se pretende legitimar así el modelo distributivo actual, donde una minoría se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar, porque el planeta no podría ni siquiera contener los residuos de semejante consumo” (No. 50).
Pero la carga ecológica de los pobres tiene un efecto directo sobre la comunidad entera. Por ejemplo la crisis de la migración en Europa y América es parcialmente el resultado de “migrantes tratando de huir de la pobreza creciente causada por la degradación ambiental.”
Otro problema que enfrentan muchos pobres es la falta de agua potable, la encíclica señala que “la calidad del agua disponible para los pobres provoca muchas muertes todos los días. Entre los pobres son frecuentes las enfermedades relacionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. La diarrea y el cólera, que se relacionan con servicios higiénicos y provisión de agua inadecuados, son un factor significativo de sufrimiento y de mortalidad infantil” (No. 29).
Citando a los Obispos de los Estados Unidos, el Papa Francisco pide que se preste mayor atención “especialmente a las necesidades de los pobres, débiles y vulnerables, en un debate a menudo dominado por intereses más poderosos,” para añadir posteriormente, “necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana. No hay fronteras ni barreras políticas o sociales que nos permitan aislarnos, y por eso mismo tampoco hay espacio para la globalización de la indiferencia” (No. 52).
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