Los recientes disturbios en Baltimore van mucho más allá del racismo y brutalidad policial; se trata del desempleo, los trabajos perdidos que nunca regresarán, la decreciente clase media y el desvanecimiento del sueño americano.
Refiriéndose a lo que el llama “el flagelo del desempleo,” nuestro Santo Padre Papa Francisco hizo un llamado, durante un discurso con las Confederación Italiana de Cooperativas el mes de febrero, a “crear sobre todo nuevas posibilidades de trabajo que hoy no existen…. especialmente para los jóvenes, ya que sabemos que el desempleo juvenil… destruye en ellos la esperanza.”
Se necesitan desesperadamente nuevas oportunidades de trabajo porque los puestos de empleo de los padres y abuelos de muchos de los jóvenes en Baltimore y otros lugares se han ido para siempre. Empleos en fábricas, trabajos en muelles, mensajeros, operadores de ascensores, y empleados de oficina se han ido, o se están yendo en nuestra actual revolución tecnológica .
De acuerdo a un estudio de la Organización Pew en enero de 2014, USA Today informó que, “a pesar de una economía de recuperación lenta, la proporción de estadounidenses que se identifican como clase media ha disminuido dramáticamente en los últimos años. Hoy en día, cerca del mismo número de estadounidenses que se identifican como ciudadanos de clase media baja (40%), se identifican como ciudadanos de clase media (44%).
Al disminuir la clase media disminuye también el sueño americano. En un artículo del New York Times del mes de diciembre de 2014, Andrew Ross Sorkin and Megan Thee-Brenan escribieron que una Encuesta del New York Times “que exploró las opiniones de los estadounidenses en una amplia gama de temas económicos y financieros, encontró que sólo el 64 por ciento de los encuestados expresó que aún creía en el sueño americano – el resultado más bajo en casi dos décadas. Incluso cerca de la profunda crisis financiera de principios de 2009, el 72 por ciento de los estadounidenses aun creía que el trabajo arduo les traería riquezas.”
La esperanza es un Don del Espíritu, pero como todos los dones debemos aceptarlo, desenvolverlo y abrirlo. Es, de hecho, un signo de esperanza que para sanarse, los ciudadanos de Baltimore hayan tomado el primer paso. Volverse hacia Dios. El lunes, John Allen escribió en Crux, “mientras que funcionarios electos buscaban mantener el orden en la ciudad más grande de Maryland, muchos miles de personas se volvieron hacia las instituciones religiosas de Baltimore… [en un] día de oración y de paz.” El Arzobispo William E. Lori señaló, “todos los domingos son importantes, pero este domingo es especialmente importante como un momento de oración y paz, Estamos aquí… para orar por la paz, la justicia y la reconciliación.”
Las montañas se escalan un paso a la vez.
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