Recordándonos que la casa de Jesús es incluyente no excluyente, el Papa Francisco expresó en su homilía del 17 de marzo en la iglesia Santa Marta en el Vaticano que la Iglesia “es la casa de Jesús y Jesús recibe – pero no sólo recibe, también va en busca de la gente.”
Al dirigirse a los autoproclamados guardianes de la Iglesia que parecen más interesados en mantener a la gente fuera de la casa de Jesús que invitarlos a entrar, el Papa preguntó, “¿Quién eres tú que cierras la puerta de tu corazón a un hombre, a una mujer que tiene ganas de mejorar, de volver a formar parte del pueblo de Dios porque ha sentido la presencia del Espíritu Santo en su corazón?”
Los Católicos no rechazamos pecadores, ni disparamos a nuestros heridos. Hacemos lo que Jesús haría. El Santo Padre preguntó, “Y si la gente está herida, ¿qué hace Jesús? ¿Le reprocha porque esté herida? No, viene y la lleva sobre sus hombros. Y esto se llama misericordia. Y Dios se refiere a esto cuando reprocha a su pueblo – ‘¡Quiero misericordia, no sacrificios!’” (Mt 9,13, Os 6,6).
El Santo Padre continuó diciendo que los Cristianos que han cometido equivocaciones y son movidos por el Espíritu Santo para volver a casa a la Iglesia, sólo para encontrar la puerta cerrada y escuchar las palabras, “Tú te has equivocado y no puedes. Si quieres venir, ven a Misa el domingo, pero quédate ahí, y no hagas nada más.” A estos guardianes les dijo el Papa: “Tú no puedes, no, tú no puedes,” y concluyó diciendo, “lo que hace el Espíritu Santo en el corazón de las personas, lo destruyen los Cristianos con psicología de doctores de la ley.”
Nuestro desafío es encontrar formas para traer personas a Cristo en su Iglesia, no buscar la manera de echarlas.
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