De acuerdo a Charles Dickens, la juventud y la edad temprana adulta son los mejores y los peores tiempos. Los mejores tiempos porque son años de exploración y descubrimiento durante los cuales las mentes jóvenes, como esponjas, absorben ideas y valores que moldearán su futuro. Por otro lado, también son los peores tiempos porque no todas las ideas y valores, a los que están expuestos, los jóvenes y jóvenes adultos son necesariamente favorables o benéficos.
En su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, el Papa Francisco mencionó este peligro: “Vivimos en una sociedad de la información que nos satura indiscriminadamente de datos, todos al mismo nivel, y termina llevándonos a una tremenda superficialidad a la hora de plantear cuestiones morales. Por consiguiente, es necesario que contemos con una educación que nos enseñe a pensar críticamente y que promueva el desarrollo de valores morales sensatos” (p.64).
Desde luego que los padres de familia son los primeros educadores de sus hijos, y los educadores, a quienes ellos confían a sus hijos, deben edificar sobre las bases que han sido proporcionadas por la familia. Dicha educación debe ir más allá de inculcar conocimientos, ya que debe presentar y demostrar tanto los valores de una sociedad civil como de una sociedad Cristiana.
En las palabras del Santo Padre, debe “proporcionar una educación que forje un pensamiento crítico…” para que ellos sean capaces de analizar y evaluar conceptos e ideas y realizar juicios sólidos a la luz de las enseñanzas de Jesús.
Esta es la misión de la educación Católica a todos los niveles. Educadores Católicos, laicos, religiosos y clérigos están comprometidos en el desarrollo de mujeres y hombres Cristianos preparados para enfrentar y cambiar la sociedad y el mundo que les dejamos. Esto es lo que motiva a los padres de familia a realizar sacrificios tan grandes para ofrecer una educación Católica a sus hijos.
En esta semana de las Escuelas Católicas rindo homenaje a padres de familia y educadores, quienes trabajan mano a mano para que la educación Católica sea una luz en la obscuridad.
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