En su Audiencia General del Miércoles, el Papa Francisco volvió a tocar su tema favorito… la misericordia, y nos dio sus motivos para hacerlo.
“Como una buena madre y educadora, la Iglesia se concentra en lo esencial. Y lo esencial, según el Evangelio, es la misericordia. Jesús, lo dice claramente a sus discípulos: ‘Sean misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso.’” El Papa agregó, “¿Puede un cristiano no ser misericordioso? No, el Cristiano necesariamente debe ser misericordioso, porque la misericordia es el centro del Evangelio.”
Siguiendo el ejemplo de Aristóteles (la retórica), quien aconsejó a los oradores decir lo qué van a decir, luego decirlo y posteriormente decir lo que han dicho, el Santo Padre se dedicó a clarificar el mensaje central del Evangelio, Sean misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso. (Lucas 6,36)
Continuando, el Papa Francisco agregó, “Y entonces, la Iglesia se comporta como Jesús. No nos da lecciones teóricas sobre el amor, sobre la misericordia. No difunde en el mundo una filosofía, una vía de sabiduría…Cierto, el Cristianismo también es todo esto,” y enfatizó, “pero como una consecuencia, un reflejo. La madre Iglesia, como Jesús, enseña con el ejemplo, y las palabras sirven para iluminar el significado de sus gestos.”
Refiriéndose al pasaje del Juicio Final en Mateo 25,35-46, el Papa Francisco explicó que la misericordia es el testimonio de los padres que enseñan a sus hijos que lo que nos queda es para los necesitados, de quienes visitan los enfermos y ancianos en hospitales y asilos, de las personas que se preocupan por quienes han sido abandonados y de quienes están cerca de los encarcelados, recordándonos que ” cada uno de nosotros es capaz de hacer lo mismo que ha hecho aquel hombre o aquella mujer que están en la cárcel.”
Para concluir, el Santo Padre nos dijo en su reflexión: “La Iglesia es una madre, enseñando a sus hijos las obras de misericordia. Ella ha aprendido de Jesús este camino, ha aprendido que esto es lo esencial para la salvación. No basta amar a quienes nos aman. No basta hacer el bien a quien nos hace el bien. Para cambiar el mundo y mejorarlo, es necesario hacer el bien a quien no está en condiciones de correspondernos, como lo ha hecho el Padre con nosotros, donándonos a Jesús. Pero ¿cuánto hemos pagado nosotros por nuestra redención? ¡Nada! ¡Todo ha sido gratis! Hacer el bien sin esperar nada a cambio – esto es lo que ha hecho el Padre por nosotros y nosotros debemos hacer lo mismo.”
Jesús es la encarnación de la misericordia del Padre. Al igual que sus discípulos seamos testigos de su Evangelio de amor y misericordia.
Crédito de la Imagen: fotografía CNS /Paul Haring
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