Al reflexionar acerca del Día del Padre me he dado cuenta que no hay dos padres iguales. Un padre puede ser un entrenador, un amigo, un maestro, un disciplinario, un proveedor, un consejero, un consolador, un admirador, un confidente y un protector, y puede también ser todo esto.
Muchas veces no nos damos cuenta de todas las funciones que nuestro padre desempeña en nuestras vidas, sino hasta que se ha marchado para siempre y solo podemos decirle a una fría lápida todo lo que nos hubiese gustado haberle dicho a nuestro padre cuando aún se encontraba entre nosotros. Entonces es que nos damos cuenta lo fácil que resulta confundir nuestras prioridades.
Desde luego, que si somos lo suficientemente afortunados de aun tener a nuestro padre entre nosotros, este Día del Padre nos ofrecerá una excelente oportunidad para meditar en todo lo que él ha sido en nuestra vida y para hacerle saber lo mucho que apreciamos su amor, su comprensión, su paciencia e incluso su misericordia. Seguramente que apreciará mucho más escuchar esto y recibir un fuerte abrazo, que recibir una corbata, una rasuradora o una camisa nueva.
Es interesante darnos cuenta que todas las cosas que un padre puede ser son también los atributos de Dios. Tal vez este es el motivo por el que lo llamamos Padre.
Agradezco a todos los padres de familia, vivos y muertos su amor y sacrificio desinteresado y pido una bendición especial para ellos en este Día del Padre.
Crédito de la Imagen: Helen Taylor en Flickr
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