La graduación es uno de los momentos de la vida que es recordado para siempre. Las graduaciones, al igual que obtener una licencia de conducir, contraer matrimonio y recibir la llegada del primer hijo, es un rito de iniciación. Al igual que todos los ritos de pasaje, una graduación marca un nuevo comienzo, y es por dicho motivo que está marcada con una ceremonia de iniciación y no con un rito de conclusión.
Para el graduado, el futuro es una tabula rasa, un pizarrón en blanco, una promesa por cumplirse. Las felicitaciones son absolutamente necesarias ya que los graduados han logrado dominar un exigente plan de estudios creado para prepararlos a su ingreso a la edad adulta y a una ciudadanía responsable.
Nuestras instituciones Católicas y ministros de campus Católicos se han asegurado que sus estudiantes aumenten su fe y espiritualidad para garantizar que sean un reflejo de los valores de la tradición Católica y asegurar su testimonio fiel en el futuro. Este elemento de preparación es particularmente importante en una sociedad que se está volviendo cada vez más hostil a la religión y al Evangelio.
Por último, ofrezco mis sinceras felicitaciones a los padres de familia cuyo amor y apoyo han hecho posible este momento tan importante en la vida de sus hijos. Para ellos, los años han pasado muy rápidamente. La graduación también es para ellos un rito de iniciación ya que su papel como padres cambia cuando sus hijos llegan a la edad adulta e independencia.
Les pido me acompañen pidiendo a Dios que bendiga a los graduados y a sus padres y maestros quienes han sido sus guías a lo largo de los años. ¡Pido a Dios que continúe bendiciéndolos a todos con conocimiento, éxito y felicidad!
Image credit: Will Folsom on Flickr
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