Los Salmos Responsoriales no siempre son tomados directamente del Salterio o Libro de los Salmos, sino que a veces son reducidos o acortados, como es el caso de este domingo.
Las Escrituras Hebreas o Antiguo Testamento comienzan con los relatos de la creación, los cuales son seguidos por las historias de los Patriarcas y el Éxodo. Los Salmos son parte de la historia de Israel después del Éxodo, comenzando con la exhortación que hizo Moisés a las doce tribus antes de cruzar el Rio Jordán para reclamar la Tierra Prometida.
“Que los cielos y la tierra escuchen y recuerden lo que acabo de decir; te puse delante la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia. Ama al Señor, tu Dios, escucha su voz, uniéndote a él, para que vivas y se prolonguen tus días, mientras habites en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob” (Deut 30:19-20).
Las Escrituras Hebreas muestran la respuesta de las tribus como una historia de toma de decisiones equivocadas. En lugar de elegir la vida y fidelidad al Señor, eligieron el poder y prestigio que terminó en destrucción y exilio. Los Salmos representan esa época y los salmos en los que meditaremos representan el clamor del pueblo de Israel buscando la misericordia de Dios en tiempos de desolación.
El Salmo 51 (50) es un clamor de misericordia, perdón y reconocimiento de haber abandonado el camino de Dios. Este salmo clama por una purificación y un corazón puro lleno de Su Espíritu y concluye con una promesa de fidelidad.
Es el Salmo perfecto para comenzar la Cuaresma, un tiempo en que debemos buscar la misericordia y reconciliación de Dios mediante el Sacramento de la Penitencia para que tengamos un corazón lleno del Espíritu Santo.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 51 (50):3-4, 5-6, 12-13, 14, 17
℟. Misericordia, Señor, hemos pecado.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
Por tu inmensa compasión borra mi culpa.
Lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
℟. Misericordia, Señor, hemos pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
Tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
Cometí la verdad que aborreces.
℟. Misericordia, Señor, hemos pecado.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
Renuévame por dentro con espíritu firme;
No me arrojes lejos de tu rostro,
No me quites tu santo espíritu.
℟. Misericordia, Señor, hemos pecado.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
Afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
Y mi boca proclamará tu alabanza.
℟. Misericordia, Señor, hemos pecado.
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