Uno de los eventos que espero cada año, particularmente lleno de entusiasmo, es la entrega del Premio del Obispo por Servicio a la Iglesia a voluntarios laicos. Cada organización o departamento parroquial y diocesano puede nominar a uno o dos voluntarios para el premio que se entrega cada mes de Febrero durante una Misa especial que se lleva a cabo en la Catedral.
El sábado mostramos nuestro agradecimiento a 146 hombres y mujeres durante una celebración litúrgica y una recepción maravillosas. Se trató de un asunto familiar y parecía que muchas personas estaban disfrutando tanto que no querían irse. Disfrutamos de camaradería, buena comida y debo añadir…se tomaron montones de fotografías.
Durante los tres años que hemos estado entregado el Premio, hemos agradecido el trabajo de cerca de 350 laicos cuyos esfuerzos voluntarios son esenciales para los programas ministeriales parroquiales y diocesanos. Si se dieron cuenta, utilicé la palabra voluntario porque sólo los laicos que no reciben remuneración monetaria por su labor son elegibles para recibir el premio.
Esto, de ninguna manera, disminuye la gran labor de nuestros sacerdotes, diáconos, religiosos, ministros profesionales y personal administrativo. Sin embargo, intentamos buscar y rendir homenaje a las personas cuya labor puede no ser conocida más que para las personas involucradas en su actividad voluntaria.
Sería un descuido de mi parte no reconocer los esfuerzos de los miembros del personal diocesano cuyas largas horas de planeación permitieron que la ceremonia de premiación, la liturgia y la recepción fueran todo un éxito.
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