“De acuerdo al apóstol Pablo, Cristo es ‘el poder de Dios’ y la sabiduría de Dios (1 Corintios 1:24) quién no conoce las Escrituras no conoce el poder o la sabiduría que viene de Dios, por lo tanto ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo.”
San Jerónimo – Introducción a Isaías
Si, como expreso San Jerónimo, “ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo”, el estudio de la Sagrada Escritura debe ser central en la vida espiritual de todos los Católicos. Las Sagradas Escrituras narran la Historia de la Salvación a través de las palabras y hechos de las Escrituras Hebreas (Antiguo Testamento) y del Nuevo Testamento.
La Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación del Concilio Vaticano II nos dice que “esta sagrada tradición y la Sagrada Escritura de ambos Testamentos son como un espejo en que la Iglesia peregrina en la tierra contempla a Dios”. En las Escrituras Hebreas, leemos de cómo el pueblo de Israel, el pueblo elegido de Dios, tras entender el significado de su elección, respondió a las palabras y hechos que prepararon el camino hacia la plenitud de la revelación de Dios, Jesús.
A través de las palabras de Jesús y los hechos de su vida se aclara el mensaje de las Escrituras Hebreas. En las palabras del documento sobre la Divina Revelación, “Dios, pues, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo, y el Antiguo está patente en el Nuevo.”
Las Sagradas Escrituras nos muestran, sin error, las verdades que Dios deseaba transmitirnos “para nuestra salvación (Par 11). La Biblia no enseña historia o geografía, sino más bien las verdades que necesitamos conocer para lograr nuestra salvación. Con frecuencia estas verdades son impartidas a través de parábolas o historias que ilustran la verdad. Recordamos las historias del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano, no tanto debido a su veracidad, sino debido a las verdades que contienen.
Las Escrituras nos muestran a un Dios que salva, que nos brinda consistentemente su amor, misericordia y perdón, y que los seres humanos, constantemente, intentamos mostrar a un Dios a nuestra imagen. Es muy fácil perderse ese gran mensaje de salvación al distraernos con preguntas como, “¿Cuántos pares de animales habían en el arca?” o “¿Iba San Pablo caminando o montando a caballo cuando fue derribado en su camino a Damasco?”
Durante más de 2000 años, la Iglesia ha proclamado y protegido de las verdades contenidas en las Sagradas Escrituras. El conocimiento y comprensión del mensaje se han incrementado enormemente y la Iglesia incluye métodos modernos que enriquecen nuestro entendimiento del mensaje de salvación.
Esa es el motivo por el que nuestro estudio de ambos testamentos debe basarse en la comprensión que la Iglesia ha alcanzado desde los tiempos apostólicos hasta el presente. Una lectura y comprensión fundamentalista de las Escrituras no está en armonía con la tradición Católica y puede resultar en una alteración del mensaje de salvación de Dios.
Gracias a los esfuerzos que realiza la Escuela de Ministerios de la Universidad de Dallas, más de 600 personas han completado sus cursos de cuatro años de estudios bíblicos y están capacitadas para dirigir grupos de estudio bíblico. Asimismo, el Departamento de Servicios Catequéticos diocesano ha ofrecido programas de formación en el estudio de las Sagradas Escrituras. Les exhorto a participar en un estudio bíblico bajo la dirección de un líder capacitado en la tradición Católica, ya que el estudio de la Biblia sin dirección adecuada puede resultar fácilmente en ignorancia compartida, lo cual puede ser peligroso para nuestra fe.
Espero que se unan a un grupo de estudio bíblico bajo la dirección de un líder capacitado y descubran cómo el estudio de las Escrituras puede enriquecer su fe y acercarlos más a Jesús.
Image Credit: CNS photo/Michael Alexander
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