De regreso en su continente, el Papa Francisco, quien se hace llamar el Obispo de Roma, definió la importancia de su primer viaje internacional y del Día Mundial de la Juventud.
Durante su discurso en el palacio presidencial, el Papa manifestó que “la juventud es la ventana a través de la cual el futuro entra al mundo y por ello se imponen grandes desafíos para esta generación. Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio, tutelar las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo y darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida.”
Existe el gran desafío para que padres de familia, educadores y sacerdotes muestren y den testimonio de los valores de nuestra tradición Judeo-Cristiana, los cuales son cada vez más ignorados y descontados por la sociedad en general. La atracción del canto de las sirenas del secularismo es fuerte y sólo puede ser contrarrestada por los valores inculcados en el seno de la familia, escuela y parroquia. La crianza de los hijos nunca ha sido más difícil que en la actualidad.
La clave para cambiar el mundo, nos recuerda el Papa Francisco, no radica en retirarnos de él, sino en comprometernos a vivir los valores del Evangelio, “Este primer viaje es justo para encontrar a los jóvenes, pero encontrarlos no aislados de su vida: sino que quisiera encontrarlos entreverados en el tejido social, en la sociedad. Porque cuando aislamos a los jóvenes cometemos una injusticia: les quitamos su sentido de pertenencia. Los jóvenes tienen una pertenencia – una pertenencia a una familia, a una patria, a una cultura, a una fe… ¡Tienen una pertenencia y no debemos aislarlos! ¡Pero, sobre todo, no aislarlos del resto de la sociedad!” – Es cierto – ellos son el futuro del mundo.”
Me siento muy orgulloso de que nuestros jóvenes estén participando en el Día Mundial de la Juventud. Algunos jóvenes adultos ya se encuentran tomando roles de liderazgo y haciendo una diferencia positiva en nuestra Iglesia. Y, de hecho, ellos son nuestro futuro. Son la levadura que moldeará el futuro de nuestro mundo. La antorcha pasará y es nuestra responsabilidad asegurarnos que esté en buenas manos.
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