Las enseñanzas Católicas con respecto a la santidad de la vida y el matrimonio fueron desplegadas esta semana en eventos que se llevaron a cabo en Texas y Washington. El pasado martes en Austin, cuando la Senadora Wendy Davis, a través de un acto de filibusterismo logró impedir que se aprobara un proyecto de ley del Senado del Estado de Texas (SB 5) que impone controles a clínicas abortivas, turbas irrumpieron e interrumpieron en el Senado a tal grado que el asunto no pudo llevarse a cabo y la legislación expiró al terminar el tiempo de la sesión especial.
El miércoles, el Tribunal Supremo dictaminó la Ley en Defensa del Matrimonio que prohíbe al gobierno federal reconocer la legalidad de los matrimonios del mismo sexo como inconstitucionales por los estados y echaron por la borda la Proposición 8 de California, la base para la prohibición del matrimonio homosexual del estado.
Esa misma noche, el Estado de Texas realizó su ejecución número 500 desde 1982, cuando el estado reanudó la imposición de la pena de muerte. Kimberly McCarthy murió por inyección letal convirtiéndose en la primera mujer ejecutada en los Estados Unidos en un lapso de casi treinta años.
El común denominador de estos tres eventos es que todos ellos representan que nuestra sociedad se aleja cada vez más hacia una conveniencia secular donde la moralidad se equipara con el derecho civil, y continuamente se realizan esfuerzos por establecer y pronunciar las normas morales Judeo-Cristianas fuera de nuestra existencia.
Como Cristianos Católicos debemos redoblar nuestros esfuerzos para contrarrestar esta erosión moral de los valores del Evangelio a través de nuestras palabra, testimonio y oración.
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