Abraham Lincoln escribió: “Todo lo que soy y espero ser se lo debo a la angelical solicitud de mi madre.” Su madre murió cuando Lincoln contaba tan solo con nueve años, pero durante los años que vivió a su lado, el amor y enseñanzas de su madre moldearon la vida de este gran presidente.
Con demasiada frecuencia no apreciamos sino hasta más tarde en nuestras vidas cómo el amor y la sabiduría de nuestra madre nos conforman en lo que somos. Durante nuestra vida como adultos, muy a menudo recordamos las numerosas ocasiones en las que, a lo largo de nuestra infancia, el amor incondicional de nuestra madre ha guiado nuestras vidas a través de dificultades, reales e imaginarias, hasta nuestra edad adulta. El crecimiento, por ser una época llena de ocupaciones, y preocupaciones, muchas veces nos lleva a dar por hecho el cariño de nuestra madre.
Al nacer, somos por así decirlo, una pizarra en blanco en la que nuestra madre moldea nuestras vidas. Definitivamente existen otras influencias, pero sin duda nuestra madre se convierte en el principal escultor de la persona en la que nos convertiremos. Es ella la que nos enseña a amar a Dios, nos muestra el amor, el perdón, la paciencia, la perseverancia, la amabilidad, el respeto, el estudio y el descubrimiento. El testimonio de su vida es nuestro maestro mejor maestro.
Este Día de las Madres dile a tu madre lo agradecido que estás por haberte entregado su amor incondicional durante toda tu vida, el cual hizo que te convirtieras en la persona que eres hoy en día.
Si, al igual que Lincoln, tu madre ha ido de regreso a Dios… de todos modos le díselo. Ella te escuchará.
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