En su epístola, Santiago escribió: “Pongan por obra lo que dice la palabra y no se conformen con oírla, pues se engañarían a sí mismos. El que escucha la palabra y no la práctica es como aquel hombre que se miraba en el espejo, pero apenas se iba, se olvidaba como era.” Él entonces explica su significado preguntando, “Si un hermano o una hermana no tienen con que vestirse ni que comer, y ustedes les dicen: ‘Que les vaya bien, caliéntense y aliméntense,’ sin darles lo necesario para el cuerpo, ¿de qué les sirve eso? Lo mismo ocurre con la fe: si no produce obras, es que está muerta.” (Stgo 1:22-23, 2:15-17)
No ganamos nuestro camino al cielo con buenas obras, sino que la fe verdadera nos impulsa a ser presencia consoladora y servidora de Cristo a quienes necesitan tal como él lo es para nosotros durante nuestras necesidades. San Pablo enfatiza esta idea cuando nos dice que es el “amor de Cristo lo que nos impulsa.” (2Cor 6:14)
Estos pasajes de las Sagradas Escrituras estuvieron en mi mente el Martes por la mañana al encontrarme en el lanzamiento de un nuevo y excitante programa auspiciado por Caridades Católicas de Dallas. Más de 250 hombres estuvieron presentes en el desayuno inaugural de los Arcángeles. Cada uno de ellos ha ofrecido sus manos y corazones para ser Cristo para quiénes se encuentran necesitando ayuda y compasión
Una maravillosa adición al ya de por si grandioso trabajo de nuestras Caridades Católicas en Dallas. Porque estos hombres, y muchos otros que vendrán, han escuchado el mensaje de Jesús y pondrán en obra su palabra.
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