A raíz de los tornados y tormentas severas que azotaron el norte Texas el día de ayer, damos gracias a Dios porque no hubo pérdidas humanas. Sin embargo, ahora debemos hacer llegar nuestra ayuda a quienes resultaron heridos, o bien, sufrieron pérdidas o daños materiales.
Tanto el Servicio Nacional de Meteorología como los medios informativos locales deben ser elogiados, por habernos alertado acerca de la presencia de las tormentas en forma tan oportuna, lo cual sin duda alguna ayudó a reducir el número de heridos. De la misma manera, debemos felicitar a los socorristas, quienes arriesgaron sus vidas para ayudar a quienes sufrieron lesiones o pérdidas.
Eventos como éste, aunque trágicos, tienden a sacar lo mejor de las personas quienes ofrecen su amor y compasión a vecinos e incluso a extraños. Espero que cada uno de ustedes se una a mí pidiendo a Dios, nuestro Padre Celestial, que traiga fortaleza y consuelo a todos nuestros vecinos afectados por las tormentas. Oremos para que sientan la esperanza y la alegría en la promesa de nueva vida que nos trae nuestro Salvador Resucitado esta Pascua.
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