Este Jueves, el Papa Benedicto XVI se reunió con un grupo de obispos de los Estados Unidos en su visita ad limina, la cual se lleva a cabo aproximadamente cada cinco años. Es primordial que cada uno de los Católicos que viven en los Estados Unidos lean lo que expresó el Santo Padre. A continuación le presentamos extractos de lo que reportó el Servicio Informativo Vaticano acerca de las Dificultades y Esperanzas de la Iglesia Católica en los Estados Unidos de América.
En el corazón de cada cultura, lo percibamos o no, existe un acuerdo acerca de la naturaleza de la realidad y el bien moral, y, por lo tanto acerca de las condiciones para la prosperidad de la humanidad. En los Estados Unidos de América, este acuerdo, tal como se encuentra inscrito en los documentos fundacionales de su nación, fue establecido con una visión del mundo modelada no sólo por la fe sino en un compromiso a ciertos principios éticos derivados de la naturaleza y de la naturaleza de Dios. Hoy en día, ese acuerdo ha sido erosionado significativamente por nuevas y poderosas corrientes culturales las cuales no sólo se oponen directamente a los principios morales centrales de la tradición Judeo-Cristiana, sino que son cada vez más hostiles al Cristianismo como tal.
Por su parte, la Iglesia en los Estados Unidos está llamada, en todo momento, a proclamar un Evangelio que no sólo propone verdades morales inmutables, sino que las sugiere precisamente, como la llave para la felicidad humana y la prosperidad social … Con su larga tradición de respeto por una relación apropiada entre fe y razón, la Iglesia tiene que desempeñar un papel crítico y oponerse a las corrientes culturales que, en base a un individualismo extremo, buscan promover un concepto de libertad separado de la verdad moral … La Iglesia defiende un razonamiento moral basado en la ley natural fundamentado en su convicción de que esta ley no es una amenaza para nuestra libertad, sino más bien un “lenguaje” que nos permite entendernos a nosotros mismos, que nos permita entender la verdad de nuestro ser, y de esta manera crear un mundo más justo y humano.
El testimonio de la Iglesia proviene, por lo tanto, de su naturaleza pública: busca convencer proponiendo argumentos racionales en los foros públicos. La separación legítima de la Iglesia y el Estado no puede interpretarse en el sentido de que ésta deba guardar silencio con respecto a ciertos temas, ni que el Estado pueda decidir no involucrarse, o ser involucrado por las voces de creyentes comprometidos a la hora de determinar los valores que decidirán el futuro de la nación.
A la luz de estas consideraciones, es imperativo que toda la comunidad Católica en los Estados Unidos tome conciencia de las graves amenazas al testimonio público moral de la Iglesia frente a un secularismo radical cada vez más difundido en los ámbitos políticos y culturales. La seriedad de estas amenazas necesita ser claramente considerada en cada nivel de la vida eclesial. Resultan particularmente preocupantes ciertos intentos por limitar la más valiosa de las libertades americanas, la libertad de religión. Muchos de ustedes han señalado los intensos esfuerzos realizados para negar el derecho a objetar conscientemente la cooperación de individuos e instituciones Católicas en prácticas intrínsecamente inmorales. Otros me han hablado de una preocupante tendencia a reducir la libertad religiosa a una simple libertad de culto sin garantías de respeto por la libertad de conciencia.
Aquí vemos una vez más la necesidad de un laicado Católico comprometido, articulado y bien estructurado, dotado de un fuerte sentido crítico con respecto a la cultura dominante y con la valentía para enfrentar un secularismo reductivo que deslegitimizaría la participación de la Iglesia en el debate público en cuestiones que determinan el futuro de la sociedad estadounidense… En este sentido, me gustaría mencionar mi gratitud por sus esfuerzos en contactar los Católicos involucrados en la vida política y ayudarles a entender su responsabilidad personal de ofrecer un testimonio público de fe, especialmente cuando se refiere a los grandes problemas morales de nuestro tiempo: el respeto de la vida como regalo de Dios, la protección de la dignidad humana y la promoción de los auténticos derechos humanos.
Ninguna persona que sea capaz de ver estos problemas de una manera objetiva puede ignorar las innegables dificultades que enfrenta la Iglesia en este momento. Sin embargo, con fe podemos tomar en serio la necesidad de preservar un orden civil, claramente enraizado en la tradición Judeo-Cristiana, así como la promesa de una nueva generación de Católicos, cuya experiencia y convicciones tendrán un papel decisivo en la renovación de la presencia y el testimonio de la Iglesia en la sociedad estadounidense. La esperanza que nos ofrecen estos ‘signos de los tiempos’ nos dan, por si mismos, una razón para renovar nuestros esfuerzos y movilizar los recursos intelectuales y morales de la comunidad Católica al servicio de la evangelización de la cultura estadounidense y la construcción de una civilización de amor”.
El Obispo Kevin J. Farrell y sus Obispos auxiliares Douglas Deshotel y Mark Seitz viajaran a Roma para reunirse con el Santo Padre del 14-21de Marzo del 2012, con motivo de la visita ad limina de la Diócesis de Dallas. Ellos serán acompañados por los otros Obispos de la Región X, la cual está formada por las diócesis de Texas, Arkansas y Oklahoma.
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