Por su inmenso amor y misericordia Dios nos perdona todas nuestras culpas Sin embargo, a menudo nos resulta difícil creer que podemos obtener el perdón con solo pedirlo, y esto puede deberse a que somos muy conscientes de nuestros pecados. O tal vez por lo difícil que nos resulta perdonarnos a nosotros mismos o a nuestros hermanos, no podemos creer que Dios perdone los pecados tan fácilmente.
En parte esto se debe a que la ley del talión; ojo por ojo y diente por diente (Deut 19:21) está muy arraigada en nuestra cultura. Sin embargo, el evangelio nos muestra en la Parábola del Sirviente que no Perdonó (Mt 18:21-35) que Jesús no aprueba esta enseñanza y que nos dice que no debemos perdonar siete, sino setenta veces siete.
Este mandato de Jesús nos incomoda porque nos acostumbramos a repetir palabras y no prestamos atención a su verdadero significado. Por ejemplo, en el Padre Nuestro, decimos una y otra vez perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores (Mt 6:12).
Dios nos perdona incondicionalmente, pero también quiere que estemos conscientes de su amor y seamos capaces de perdonar: porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el padre celestial les perdonará a ustedes. Pero si ustedes no perdonan a los demás tampoco el Padre les perdonara a ustedes (Mt 6:14-15).
Aprovechemos este momento para pedir perdón a Dios a través del Sacramento de la Reconciliación porque el perdón de Dios sana nuestras almas, la confesión nos tranquiliza y el perdonar a nuestro prójimo nos quita un enorme peso de encima.
Démonos la oportunidad de liberarnos del enojo y resentimiento que dañan nuestras almas, perdonando a quienes nos han ofendido o lastimado en el pasado. Y perdonémonos a nosotros mismos porque el Padre ya nos ha perdonado.
This post is also available in/Esta entrada también está disponible en: Inglés