El tiempo de Adviento es un tiempo de esperanza que nos recuerda las tres dimensiones de cada celebración litúrgica: nos recuerda el pasado, en el tiempo presente y nos prepara para el futuro.
Durante esta temporada preparamos nuestros corazones para la llegada del Niño Dios que viene a traernos la alegría y el amor de Dios y a llenar de dicha y esperanza nuestros corazones.
La temporada de Adviento es un tiempo que nos prepara para la venida del Hijo de Dios. Como nos dice Juan el Bautista: para preparar el camino y enderezar nuestros senderos (Mc 1:3), analizando nuestra vida y haciendo los cambios necesarios para que nuestros corazones estén listos para la venida del Señor, quien humildemente se hace uno de nosotros. Esto no es un evento aislado, sino el primer paso en nuestra redención, la cual incluye la vida, Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión a los Cielos de Jesús quien aguarda nuestra llegada al cielo para disfrutar de la Gloria del Padre.
Al prepararnos para el nacimiento del Niñito que nace en Belén, no debemos olvidar que esto es el comienzo de un evento que culminará con su Segunda Venida, el misterio de nuestra fe que proclamamos en nuestra Sagrada Liturgia: Anunciamos tu Muerte, Proclamamos tu Resurrección, ven Señor Jesús.
Así que una vez más recordemos este evento maravilloso que nos recuerda el inmenso amor de Dios que trata de una y mil maneras de darnos a conocer su infinito amor, y que mejor manera de hacerlo que hablándonos en nuestro propio lenguaje, haciéndose uno de nosotros, caminando a nuestro lado, y dándonos a conocer la importancia de tener un corazón abierto para recibir su inmenso amor a través de su Hijo.
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