Los sacerdotes tenemos la dicha de compartir los momentos más significativos en la vida de nuestros feligreses. Les damos la bienvenida a la Iglesia durante su Bautismo, les ofrecemos el cuerpo y sangre de Jesús durante la Eucaristía, los ungimos con el Espíritu Santo en la Confirmación, les mostramos el inmenso amor de Dios en la Reconciliación, somos testigos de su deseo de formar una familia a través del Sacramento del Matrimonio y los preparamos para su regreso al Padre a través de la Unción de los Enfermos.
Al ordenar un nuevo sacerdote, me doy cuenta que él está comenzando una nueva vida de servicio al prójimo. Que participará de las tristezas y alegrías de sus feligreses y que su presencia influenciará las vidas de muchos de ellos de la misma forma que su vida será influenciada por ellos.
El Consejo Internacional Serra de Estados Unidos, ha sugerido que el último domingo de Octubre (el 30 de Octubre) sea designado en los Estados Unidos como Domingo del Sacerdocio. Es un momento que debemos aprovechar para orar por todos los sacerdotes que han enriquecido nuestras vidas y para reconocer su compromiso con Cristo y su Iglesia.
Mostremos nuestra gratitud a nuestros sacerdotes dándoles una nota, deteniéndolos después de Misa y diciéndoles que apreciamos el sacrificio que hacen al servir a Cristo y a su Iglesia. Estas celebraciones nos recuerdan que debemos ser agradecidos con nuestros sacerdotes todos los días del año.

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